INFORME SOBRE LOS TRIHALOMETANOS Y LA SAL EN EL AGUA DE MONTEVIDEO

INFORME SOBRE LOS TRIHALOMETANOS Y LA SAL EN EL AGUA DE MONTEVIDEO

Debido a la emergencia hídrica en el país se autorizó a la OSE a suplementar su provisión de agua sin tratar para procesamiento con agua que tiene mezcla con la del Río de la Plata, y por eso más salinidad. Al no tener la planta de purificación la capacidad de remover la sal en esa cantidad, se generó la necesidad de que el MSP autorizara una mayor concentración (casi el doble de la permitida) de sal (cloruro de sodio) en el agua de distribución, que por lo mismo dejó de cumplir con la definición legal de “potable”, sin que por eso se la pueda considerar que es dañina para la salud del que la bebe.

INTRODUCCIÓN

Es importante destacar que el objetivo más importante del agua de red no es su consumo (algo a lo que los uruguayos nos hemos acostumbrado por más de siete décadas, pero que es un privilegio y no algo dado) sino su utilización para la higiene y prevención de enfermedades en la población, tales como cólera, fiebre tifoidea y otras producidas por patógenos de  tipo parasitarios como entamoebas o giardia,  o bacteriales similares.

UN EQUILIBRIO PRECARIO

El agua potable es un producto cuidadosamente definido por el Reglamento bromatológico Nacional y que tiene como referencia de calidad sensorial, física, química y microbiológica a la norma UNIT-833:2008 que establece los valores permitidos para todos los parámetros que se han considerado indicativos de problemas potenciales, como en este caso un exceso de cloruro de sodio, que representa un claro valor  distorsivo de las propiedades sensoriales (asociadas al aspecto hedonista del consumo alimentario) pero uno de moderado a bajo de los aspectos relacionados con problemas en la salud del consumidor.

El problema se da en que es un alimento extremadamente delicado, porque sus complejas exigencias en cuanto a la necesaria pureza impiden manejar una batería amplia de sistemas de conservación, recayendo en el cloro en el caso de Uruguay la función de regular el crecimiento microbiano en la misma[1]. Existen otros como la instalación de sistemas de luz ultravioleta[2] en el dispositivo de distribución, pero no están disponibles en Uruguay porque los costos y algunos aspectos técnicos lo impiden.

Citamos lo anterior porque existe un tipo de contaminantes en el agua de red que cobraron importancia en la comunicación recientemente, pero que hasta antes del incidente nadie conocía: los tirhalometanos.

UN TIPO DE CONTAMINANTE DESCONOCIDO, PERO NO TANTO

Los trihalometanos (THMs) son compuestos químicos que se forman principalmente como subproductos de la desinfección del agua cuando el cloro reacciona con materia orgánica natural, como la humus o las algas, que pueden estar presentes en el agua de fuentes superficiales como ríos y lagos.

La principal preocupación con respecto a los THMs es su potencial para causar problemas de salud. Se ha sugerido que la exposición prolongada a altas concentraciones de THMs puede estar asociada con un aumento del riesgo de ciertos tipos de cáncer y problemas reproductivos o del desarrollo.

Los THMs más comunes son el cloroformo (triclorometano), el bromodiclorometano, el dibromoclorometano y el bromoformo (tribromometano).

Para reducir la formación de estos compuestos, las plantas de tratamiento de agua pueden utilizar métodos de desinfección alternativos o pretratamientos para reducir la cantidad de materia orgánica en el agua antes de la desinfección, pero no pueden impedir que el cloro de conservación interactúe con la materia orgánica que necesariamente existe en los muchos quilómetros que la red de distribución debe tener para llegar a los hogares. Esto hace que sea vital nunca exceder la concentración máxima permitida de cloro, que es el reactivo que se transforma en contacto con los productos orgánicos en distintos productos que lo contienen, como estos THM, pero también mono y diclorados.

La norma establece límites que van desde 0,06 a 0,1 partes por millón de cuatro de estos compuestos, que tienen cantidades variables de cloro y bromo, pero además establece que la suma ponderada[3] de los mismos no puede llegar a la unidad. Esto implica que no solamente se los cuantifica, sino que el total está limitado también.

¿ESTO QUÉ IMPLICA?

Tanto la OMS como la EPA (agencia ambiental americana[4]) advierten que los THM y otros subproductos son tóxicos con posibles efectos de carcinogenicidad y daño genético pero solamente por ingestión durante períodos muy largos, decenas de años,  lo que es consistente con un producto que se consume a lo largo de toda la vida como el agua de red.

Por otro lado, si bien  los estudios en animales de laboratorio de su daño es consistente, su calificación como agente productor de cáncer es IIb, lo que lo hace sospechoso, pero sin pruebas en humanos. Esto no limita de ninguna manera el riesgo asociado a su presencia, pero sí la alarma que genera debería ser controlada.

Si bien el plazo largo es consistentemente presente en todos los informes, también es importante destacar que el efecto acumulativo no está demasiado descripto.

¿QUÉ HACER AL RESPECTO?

Dado que  la presencia de cloro y materia orgánica en la red es inevitable, una posible acción es instalar sistemas de purificación domésticos que remuevan los THM, pero es importante saber que no todos son capaces de tal efecto.

Sin dudas el mejor sistema es el de ósmosis inversa, pero los dispositivos son voluminosos, complejos de instalar y muy caros, además necesitarían un paso de remineralización, porque el agua ultrapura tampoco es saludable para su consumo humano. Esos dispositivos remueven todo lo que pueda existir en el agua, incluyendo el cloruro de sodio, dureza, compuestos clorados, microorganismos, etc. Son de relativamente fácil mantenimiento, pero por su tamaño no son viables para muchos domicilios.

Más prácticos para el caso de los THM (pero no el cloruro de sodio) son los de carbón activado, pero es necesario consultar con el proveedor si el particular filtro de nuestro dispositivo está certificado para esta remoción, porque no es un dato que se pueda dar por seguro a priori. El carbón activado es carbón en partículas muy pequeñas, lo que hace que tenga la propiedad de retener sustancias orgánicas en su superficie, y por eso es eficiente en este caso.

También es importante considerar que los filtros, como todos los equipos, están diseñados para ciertos rangos de calidad de agua para procesar, por lo que usarlos en condiciones diferentes puede, eventualmente, reducir su vida útil.  

Lo mismo ocurre con todas las fallas que se han reportado en equipos como calentadores, lo que es posible porque la mayor conductividad del agua puede acelerar la corrosión de los componentes de acero (en especial en contacto con otros metales). Sin embargo, la existencia de electrodos de magnesio instalados para sacrificio (se corroen evitando el daño al tanque, por ejemplo) debería evitarlo.

Lo cierto es que aumentó la incidencia de roturas, pero tampoco se volvió endémica, por lo que ameritaría un estudio más concreto para poder sacar conclusiones de otros factores como la presencia de lodos (comunes en residencias con tanques con mal mantenimiento o zonas con muy alta presión en ciertas épocas).

Otro factor es que la falla parece haberse concentrado en ciertas marcas y tanques de cobre, específicamente en la resistencia de los equipos, lo que apuntaría también a un efecto del diseño de los mismos.

El mecanismo que se supone es interferencia con la refrigeración que el contacto con el agua genera en la resistencia (por depósito de cristales de sal) y haciendo que funcione a temperaturas más altas de lo que es seguro para la integridad de esta. ESTO NO AUMENTA EL RIESGO DE FUGAS ELÉCTRICAS O PELIGRO DE ELECTROCUCIÓN.

CONCLUSIONES

Una vez más, si bien la situación es molesta y genera costos y problemas de acarreo de agua a los consumidores, no estamos ante una situación de alarma social.

Es un hecho que el problema se resolverá con la eventual llegada de lluvias en la cuenca del Río Santa Lucía por lo que hay que esperar, lo que parece ser, hoy en día, el único plan de contingencia.

Lo ideal sería  entender que se debe tolerar la presencia de más sal en aras de poder mantener la higiene de los hogares, sanatorios y otros lugares con concentración de personas.

Q.F. Bernardo Borkenztain

Tel – 093973703

13/6/2023


[1] El agua embotellada no puede contener ningún sistema conservador, y por eso debe consumirse antes de cinco días de abierto el recipiente, así sea pequeño o de dispensador de 20 litros.

[2] Es altamente eficiente pero tiene limitaciones técnicas porque la luz solo puede aplicarse en agua sin turbiedad y en puntos fijos, por lo que no garantiza lo que ocurre luego de ese punto.

[3] La suma de los porcentajes del valor mínimo de todos los THM detectados no puede llegar al 100%.

[4] Es decir, de USA.

Debido a la emergencia hídrica en el país se autorizó a la OSE a suplementar su provisión de agua sin tratar para procesamiento con agua que tiene mezcla con la del Río de la Plata, y por eso más salinidad. Al no tener la planta de purificación la capacidad de remover la sal en esa cantidad, se generó la necesidad de que el MSP autorizara una mayor concentración (casi el doble de la permitida) de sal (cloruro de sodio) en el agua de distribución, que por lo mismo dejó de cumplir con la definición legal de “potable”, sin que por eso se la pueda considerar que es dañina para la salud del que la bebe.

INTRODUCCIÓN

Es importante destacar que el objetivo más importante del agua de red no es su consumo (algo a lo que los uruguayos nos hemos acostumbrado por más de siete décadas, pero que es un privilegio y no algo dado) sino su utilización para la higiene y prevención de enfermedades en la población, tales como cólera, fiebre tifoidea y otras producidas por patógenos de  tipo parasitarios como entamoebas o giardia,  o bacteriales similares.

UN EQUILIBRIO PRECARIO

El agua potable es un producto cuidadosamente definido por el Reglamento bromatológico Nacional y que tiene como referencia de calidad sensorial, física, química y microbiológica a la norma UNIT-833:2008 que establece los valores permitidos para todos los parámetros que se han considerado indicativos de problemas potenciales, como en este caso un exceso de cloruro de sodio, que representa un claro valor  distorsivo de las propiedades sensoriales (asociadas al aspecto hedonista del consumo alimentario) pero uno de moderado a bajo de los aspectos relacionados con problemas en la salud del consumidor.

El problema se da en que es un alimento extremadamente delicado, porque sus complejas exigencias en cuanto a la necesaria pureza impiden manejar una batería amplia de sistemas de conservación, recayendo en el cloro en el caso de Uruguay la función de regular el crecimiento microbiano en la misma[1]. Existen otros como la instalación de sistemas de luz ultravioleta[2] en el dispositivo de distribución, pero no están disponibles en Uruguay porque los costos y algunos aspectos técnicos lo impiden.

Citamos lo anterior porque existe un tipo de contaminantes en el agua de red que cobraron importancia en la comunicación recientemente, pero que hasta antes del incidente nadie conocía: los tirhalometanos.

UN TIPO DE CONTAMINANTE DESCONOCIDO, PERO NO TANTO

Los trihalometanos (THMs) son compuestos químicos que se forman principalmente como subproductos de la desinfección del agua cuando el cloro reacciona con materia orgánica natural, como la humus o las algas, que pueden estar presentes en el agua de fuentes superficiales como ríos y lagos.

La principal preocupación con respecto a los THMs es su potencial para causar problemas de salud. Se ha sugerido que la exposición prolongada a altas concentraciones de THMs puede estar asociada con un aumento del riesgo de ciertos tipos de cáncer y problemas reproductivos o del desarrollo.

Los THMs más comunes son el cloroformo (triclorometano), el bromodiclorometano, el dibromoclorometano y el bromoformo (tribromometano).

Para reducir la formación de estos compuestos, las plantas de tratamiento de agua pueden utilizar métodos de desinfección alternativos o pretratamientos para reducir la cantidad de materia orgánica en el agua antes de la desinfección, pero no pueden impedir que el cloro de conservación interactúe con la materia orgánica que necesariamente existe en los muchos quilómetros que la red de distribución debe tener para llegar a los hogares. Esto hace que sea vital nunca exceder la concentración máxima permitida de cloro, que es el reactivo que se transforma en contacto con los productos orgánicos en distintos productos que lo contienen, como estos THM, pero también mono y diclorados.

La norma establece límites que van desde 0,06 a 0,1 partes por millón de cuatro de estos compuestos, que tienen cantidades variables de cloro y bromo, pero además establece que la suma ponderada[3] de los mismos no puede llegar a la unidad. Esto implica que no solamente se los cuantifica, sino que el total está limitado también.

¿ESTO QUÉ IMPLICA?

Tanto la OMS como la EPA (agencia ambiental americana[4]) advierten que los THM y otros subproductos son tóxicos con posibles efectos de carcinogenicidad y daño genético pero solamente por ingestión durante períodos muy largos, decenas de años,  lo que es consistente con un producto que se consume a lo largo de toda la vida como el agua de red.

Por otro lado, si bien  los estudios en animales de laboratorio de su daño es consistente, su calificación como agente productor de cáncer es IIb, lo que lo hace sospechoso, pero sin pruebas en humanos. Esto no limita de ninguna manera el riesgo asociado a su presencia, pero sí la alarma que genera debería ser controlada.

Si bien el plazo largo es consistentemente presente en todos los informes, también es importante destacar que el efecto acumulativo no está demasiado descripto.

¿QUÉ HACER AL RESPECTO?

Dado que  la presencia de cloro y materia orgánica en la red es inevitable, una posible acción es instalar sistemas de purificación domésticos que remuevan los THM, pero es importante saber que no todos son capaces de tal efecto.

Sin dudas el mejor sistema es el de ósmosis inversa, pero los dispositivos son voluminosos, complejos de instalar y muy caros, además necesitarían un paso de remineralización, porque el agua ultrapura tampoco es saludable para su consumo humano. Esos dispositivos remueven todo lo que pueda existir en el agua, incluyendo el cloruro de sodio, dureza, compuestos clorados, microorganismos, etc. Son de relativamente fácil mantenimiento, pero por su tamaño no son viables para muchos domicilios.

Más prácticos para el caso de los THM (pero no el cloruro de sodio) son los de carbón activado, pero es necesario consultar con el proveedor si el particular filtro de nuestro dispositivo está certificado para esta remoción, porque no es un dato que se pueda dar por seguro a priori. El carbón activado es carbón en partículas muy pequeñas, lo que hace que tenga la propiedad de retener sustancias orgánicas en su superficie, y por eso es eficiente en este caso.

También es importante considerar que los filtros, como todos los equipos, están diseñados para ciertos rangos de calidad de agua para procesar, por lo que usarlos en condiciones diferentes puede, eventualmente, reducir su vida útil.  

Lo mismo ocurre con todas las fallas que se han reportado en equipos como calentadores, lo que es posible porque la mayor conductividad del agua puede acelerar la corrosión de los componentes de acero (en especial en contacto con otros metales). Sin embargo, la existencia de electrodos de magnesio instalados para sacrificio (se corroen evitando el daño al tanque, por ejemplo) debería evitarlo.

Lo cierto es que aumentó la incidencia de roturas, pero tampoco se volvió endémica, por lo que ameritaría un estudio más concreto para poder sacar conclusiones de otros factores como la presencia de lodos (comunes en residencias con tanques con mal mantenimiento o zonas con muy alta presión en ciertas épocas).

Otro factor es que la falla parece haberse concentrado en ciertas marcas y tanques de cobre, específicamente en la resistencia de los equipos, lo que apuntaría también a un efecto del diseño de los mismos.

El mecanismo que se supone es interferencia con la refrigeración que el contacto con el agua genera en la resistencia (por depósito de cristales de sal) y haciendo que funcione a temperaturas más altas de lo que es seguro para la integridad de esta. ESTO NO AUMENTA EL RIESGO DE FUGAS ELÉCTRICAS O PELIGRO DE ELECTROCUCIÓN.

CONCLUSIONES

Una vez más, si bien la situación es molesta y genera costos y problemas de acarreo de agua a los consumidores, no estamos ante una situación de alarma social.

Es un hecho que el problema se resolverá con la eventual llegada de lluvias en la cuenca del Río Santa Lucía por lo que hay que esperar, lo que parece ser, hoy en día, el único plan de contingencia.

Lo ideal sería  entender que se debe tolerar la presencia de más sal en aras de poder mantener la higiene de los hogares, sanatorios y otros lugares con concentración de personas.

Q.F. Bernardo Borkenztain

Tel – 093973703

13/6/2023


[1] El agua embotellada no puede contener ningún sistema conservador, y por eso debe consumirse antes de cinco días de abierto el recipiente, así sea pequeño o de dispensador de 20 litros.

[2] Es altamente eficiente pero tiene limitaciones técnicas porque la luz solo puede aplicarse en agua sin turbiedad y en puntos fijos, por lo que no garantiza lo que ocurre luego de ese punto.

[3] La suma de los porcentajes del valor mínimo de todos los THM detectados no puede llegar al 100%.

[4] Es decir, de USA.